Nuestro Jardín interior, aunque oculto, siempre está a la vista de Dios en sus paseos.
Él mora en nuestro Corazón y aunque al principio no hayan flores en él, se muestra entusiasmado al ver cómo vamos trabajando las tierras, hemos preparado el mantillo ácido para las especies de sombra, hemos fertilizado y mineralizado, estructurado, hecho el compostaje y seleccionado la arena de las bases, cada planta requiere un terreno y el objetivo no sólo es que sobrevivan en nuestro interior y crezcan las virtudes sino que den flores, sean polinizadas y gocemos de los productos al dar frutos.
A veces hay que roturar, sanear, ventilar antes de que el sembrador llegue, buena tierra hay que poner y mucha tierra hay que tirar, siempre duele tirar, sin duda aquí mostramos nuestra mucha imperfección, es que no sabemos estar sin agarrar...
...¿ a caso no vemos que llegará el día en que tengamos que soltarlo todo? y de golpe... vamos, es tiempo de aprender a vivir sin agarrar, a permanecer con el Corazón en profunda calma plenos de la Paz del Señor y sus Bendiciones... Cada Bendición que por sus Sacerdotes nos mande el señor sea la lluvia que permita el Milagro de la Vida y la Encarnación del Corazón.
